
María Montessori nació el 31 de agosto de 1870 en la ciudad italiana de Chiaravalle, situada en la provincia de Ancona. Hija del militar Alessandro Montessori y de Renilde Stoppani, sobrina del célebre filósofo y científico Antonio Stoppani.
Cuando la pequeña María cuenta con doce años, la familia Montessori decide mudarse a Roma. Montessori desarrolla sus estudios en la Ciudad Eterna. Pese al gran interés que muestra por las Matemáticas, e ignorando las recomendaciones de su padre de convertirse en maestra, María decide estudiar Medicina, profesión ejercida casi en exclusiva por hombres en aquella época. Esta situación hizo que en un primer momento se le negase el ingreso en la universidad, una decisión que el progenitor de la familia Montessori acogió de buen grado, pero la perseverancia y el gran interés que mostró (llegó a tomar apuntes de las lecciones desde el exterior a través de las ventanas) hicieron que finalmente fuese aceptada, aunque tuvo que soportar cierta discriminación académica y las burlas de sus compañeros.
A finales del siglo XIX, coincidiendo con hitos históricos como el desarrollo de la teoría del Psicoanálisis de Freud, María Montessori se convierte en una de las primeras mujeres italianas en recibir el título de médico en 1896, en una ceremonia en la que además fue la encargada de leer un discurso en nombre de los estudiantes que fue muy aplaudido. Las difíciles circunstancias por las que había tenido que pasar para conseguir convertirse en médico por el mero hecho de ser mujer la llevaron a interesarse por los derechos de sus congéneres, representando a su país en congresos feministas en el extranjero.
“El adulto no ha comprendido al niño y al adolescente y por eso se encuentra en lucha continua con los mismos: el remedio no consiste en que el adulto tenga una intelectualidad o que integre cierta cultura, más o menos imperfecta. No: es muy distinta la base que debe iniciarnos. En realidad el adulto lleva en sí mismo los errores todavía ignorados que le impiden ver al niño”. (Montessori, M. El Niño: el secreto de la infancia, 1982)
Además de desarrollar la capacidad de observación, el adulto debe conocer las características de la etapa de desarrollo, para entender las manifestaciones de los niños/as y responder adecuadamente a ellas. También debe conocer el manejo de los materiales y desarrollar algunas cualidades personales.
Tras obtener su título ocupó la cátedra de Higiene en la Escuela Normal Femenina de Roma y colaboró como examinadora permanente en la Facultad de Pedagogía. Gracias a su gran capacidad de trabajo, compaginó estas actividades con la de asistente en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Roma, donde una de sus responsabilidades era visitar hospitales psiquiátricos para seleccionar pacientes para dicha clínica, entrando en contacto de esta manera con los niños allí internados, considerados deficientes. Montessori observó el comportamiento de estos menores e intuyó que adquirían comportamientos extraños, como recoger migajas del suelo, debido a que no tenían ninguna otra actividad que los distrajese. Consideró que estos comportamientos tenían más relación con problemas médicos que pedagógicos, y así lo expuso en el Congreso Pedagógico Nacional de 1898, celebrado en Turín, donde habló sobre la educación moral de los niños deficientes.
Las influencias pedagógicas de Maria Montessori
A raíz de su experiencia con los menores de Roma, María Montessori comenzó a hacer investigaciones sobre el tema, pero los avances en materia de Educación Especial y Psicología eran casi nulos en la época. No obstante, encontró el trabajo de dos médicos franceses, Jean Itard y Édouard Séguin, y los tradujo al italiano mientras seguía trabajando intensamente con los niños. Esta actividad frenética en el campo de la Pedagogía la llevó a autodenominar este periodo de su vida como el que le había otorgado “el primer y verdadero título de Pedagogía”.
Para conocer mejor el trabajo de María Montessori debemos adentrarnos en los trabajos que le sirvieron de base, es decir, en los trabajos de Itard y Séguin:

Jean-Marc Gaspard Itard, nacido en 1775, había sido alumno de Philippe Pinel, autor del primer libro sobre diagnóstico psiquiátrico, y bajo su tutelaje le fue encomendada la tarea de tratar a un muchacho de unos doce años encontrado en los bosques de Aveyron. El muchacho era aparentemente sordo, no hablaba, y se encontraba en tal estado (desnudo, con movimientos tambaleantes y sin capacidad para controlar sus esfínteres) que se le conocía popularmente como “el salvaje de Aveyron”. Tras ser bautizado con el nombre de Víctor, la mayoría de los expertos de la época concluyeron que padecía una condición mental incurable, excepto Itard, que planteó que su situación era resultado de una vida en estado salvaje, sin el más mínimo contacto con la sociedad. A raíz de su trabajo con Víctor, Itard desarrolló algunos principios pedagógicos, entre los que destacaban:
- Ruptura del modelo tradicional de instrucción, para realizar la educación individual en un ambiente cuidadosamente preparado.
- Inicio de la pedagogía científica, basada en la filosofía y la medicina, que empleaba la técnica de la observación.
- Descomposición de tareas complejas en pequeños pasos para que fuera más fácil dominarlas y aproximarse a la meta.
- Educación de los sentidos.
- Enseñar a escribir antes que a leer, iniciando esta estrategia con el entrenamiento del control de la mano, ofreciendo letras separadas para la composición de palabras, agrupando las letras según sus semejanzas y contrastes y asociando los nombres escritos con los objetos correspondientes.
Édouard Séguin, nacido en 1812, fue discípulo de Itard y continuó con las investigaciones de éste, primero en Francia y más tarde en Estados Unidos. Su contribución a la pedagogía se puede resumir en los siguientes puntos:

- Énfasis en el desarrollo global de la personalidad del niño.
- Acercamiento hacia el análisis de los pasos de la enseñanza a través de la Lección de los Tres Tiempos o Teoría del aprendizaje basado en la actividad.
- Énfasis en el uso de objetos reales en el proceso de aprendizaje.
- Importancia de la identificación, discriminación y comparación en el proceso de aprendizaje.
- Importancia de la preparación personal del maestro para establecer relaciones humanas que permitan un entendimiento con los alumnos.
- Considerar el mismo enfoque educativo para niños en cualquier condición de desarrollo.
- Tener la seguridad de que hasta en el niño con mayores dificultades existe una mínima base de comprensión sobre la que se puede construir el aprendizaje.
Partiendo de los estudios previos de estos dos investigadores, María Montessori afirmó:
“después de estudiar los métodos en uso en Europa concluí mis experimentos con los [niños] deficientes de Roma, enseñándoles durante dos años. Seguí el libro de Séguin y también obtuve mucha ayuda de los notables experimentos de Itard. Guiada por el trabajo de estos dos hombres, elaboré gran cantidad de material didáctico y lo apliqué, siendo yo misma testigo de sus sorprendentes resultados a través de su aplicación. Habiendo comprobado a través de la experiencia mi fe en el método de Seguin, me retiré del trabajo activo […] y empecé a estudiar más trabajos sobre Itard y Seguin. […] Escogí hacerlo a mano para tener tiempo de pensar en el sentido de cada palabra y leer, en realidad, el espíritu del autor”.
Aplicación de MM sobre el estudio de Séguin e Itard
Se trata de una enseñanza que el Dr. Séguin aplicó a niños mentalmente deficientes. María Montessori adoptó estas enseñanzas para sus Casas de los Niños. Se usa siempre enseñando nombres a los niños, como nombres de animales, flores, formas geométricas, etc.

Primer tiempo, introducción (“Esto es…”): se coloca cada tableta delante del niño y se le dice lo que es: “esto es rojo”, “esto es azul”, “esto es amarillo”. Se deben pronunciar las palabras con claridad.

Segundo tiempo, aprendizaje (“Enséñame…”): el maestro deja que el niño manipule los objetos y le pide que se los enseñe (“Enséñame el rojo”, “enséñame el azul”), después se mezclan las piezas y se le pide al niño que señale a los diferentes nombres, se vuelve a mezclar y se repite la operación variando la solicitud (“Dame…”, “¿Dónde está…?”, “Coloca allí…”) que se le hace al menor. Hay que procurar que el pequeño se divierta, hay que hacer de la situación un juego. Si se trabaja con un grupo, hay que involucrar a todos los niños.

Tercer tiempo, el Test (“¿Qué es esto?”): ahora el maestro señala cada objeto preguntando “¿Qué es esto?”. Este tercer tiempo tiene que ser llevado a cabo con cada niño y con cada uno de los objetos con los que ha trabajado. Si el niño olvida el nombre, simplemente hay que recordárselo volviendo al primer tiempo y reiniciando el ciclo.
- Los puntos más importantes de la Lección de los Tres tiempos son:
- El niño necesita tener experiencia, tiene que haber explorado sensorialmente el concepto y/o material antes de iniciar la Lección de los Tres Tiempos. Esto significa que la Lección se debe dar en el “momento psicológico adecuado”; el momento en el que el niño gana familiaridad con el material y todavía está interesado en trabajar con él. (Hay algunas pocas excepciones en las que se empieza ofreciendo el lenguaje, antes de haber experimentado el material).
- Se seleccionan unos tres ejemplos diferentes en un grupo y se aíslan del resto.
- Se elimina cualquier otra distracción.
- Muchas de estas lecciones se pueden dar con dos o tres niños a la vez. Esto hace la lección más viva y que los niños tengan la oportunidad de aprender más nombres. Un ejemplo de la Lección de los Tres Tiempos con las Tabletas de Colores I (rojo, azul y amarillo)
El resultado de este trabajo fue tan exitoso, que muchos de los niños aprendieron a leer y escribir y superaron en un examen a los niños que asistían a escuelas regulares. La reflexión de Montessori fue esta:
“Mientras todos estaban admirando a mis idiotas, yo estaba investigando las razones que mantenían a los niños sanos y felices de las desafortunadas escuelas normales en un nivel tan bajo, que mis niños idiotas podían competir en las mismas pruebas con aquellos… Me convencí de que métodos similares aplicados a niños normales desarrollarían y pondrían libre su personalidad, de una forma maravillosa y sorprendente”.
El 10 de marzo de 1898 María Montessori daría a luz a su único hijo, Mario Montessori. Con la llegada del siglo XX la Dra. Montessori decidió hacer frente a nuevos retos. Montessori decidió ingresar de nuevo en la universidad, esta vez como estudiante de Filosofía.
En 1900 participó en un congreso donde atacó la práctica de utilizar niños como trabajadores en Sicilia y apoyó un movimiento patrocinado por la Reina Victoria contra la explotación infantil.
Los inicios del método Montessori
A finales de 1906 tuvo la oportunidad de ampliar su experiencia educativa con niños cuyo desarrollo era normal, pero con circunstancias económicas y sociales adversas. Se puso al frente de un grupo de niños pobres (de entre tres y seis años) del barrio de San Lorenzo, en Roma, quienes no tenían recursos para acudir a la escuela.
La sociedad constructora (Instituto romano dei Beni Stabili) saneó y renovó dos bloques de edificios en el corazón de San Lorenzo y ahí fueron instaladas miles de personas con la condición de observar ciertas reglas de “decencia” y limpieza. Pero cuando los adultos iban a trabajar y niños mayores a la escuela, los niños pequeños se quedaban solos, bajaban y subían escaleras y empezaron a maltratarlo todo.
Montessori fue invitada a ponerse al frente de un grupo de niños, que no tenían edad para asistir a una escuela primaria (entre los tres y los seis años). Se le asignó un espacio y ella se ocupó de mandar a hacer mesas y sillas de tamaño reducido (en lugar de los mesa bancos que se usaban en aquel tiempo en las escuelas) y preparó algunos materiales que ya había usado con los niños de la clínica. Ahora trabajaría con quienes describió como sesenta niños llorosos y asustados, tan tímidos que era imposible lograr que hablaran, sus caras sin expresión, con ojos asombrados como si nunca hubieran visto nada en sus vidas.
La mujer que ayudaría a Montessori, era la hija del portero y, esta situación fue favorecedora, porque no tenía ideas educativas preconcebidas y simplemente debía seguir las indicaciones sobre el uso de los materiales. Montessori tenía una gran capacidad de humildad que le permitía dejar a un lado los prejuicios tradicionales, para aprender de los hechos.
Primera casa de los niños de Maria Montessori

Gracias a su esfuerzo y dedicación con los pequeños, el 6 de enero de 1907 consiguió que se abriera la primera “Casa de los Niños” en Roma.
La experiencia en San Lorenzo le sirvió para ir descubriendo, a través de la observación, herramientas básicas para la Educación Científica, principios pedagógicos que orientaron su tarea educativa y que, a día de hoy, siguen siendo usados con niños pertenecientes a diferentes entornos culturales y económicos, más de un siglo después.
Entre estos principios destacan:
- Ofrecer a los niños una actividad con un propósito.
- La capacidad de libre elección.
- Repetición de los ejercicios.
- Sentido de la dignidad personal de los niños.
- No recurrir a premios o castigos, sino que se ha de permitir que los niños trabajen guiados por su propia satisfacción.
- Aprovechar el gusto por el orden en los menores.
- El silencio como resultado de la concentración espontánea.
- El surgimiento de la autodisciplina.
- La importancia de respetar el ritmo y responder a las necesidades y los intereses de cada niño.
- La explosión en el aprendizaje de la escritura y la lectura.
Partiendo de su trabajo en la Casa de los Niños, Montessori pudo desarrollar materiales que después aplicaría en la escuela primaria, y trazó las líneas a seguir para la escuela secundaria/preparatoria y para la universidad. También se interesó por dar un nuevo enfoque a la enseñanza del catecismo y, ya en sus últimos años de vida, por el acompañamiento a los niños desde que nacen hasta los tres años. Esta es una de las razones por las que su acercamiento pedagógico, más que un método de enseñanza, se considera una propuesta de educación para la vida.
Los resultados que Maria Montessori obtuvo en la Casa de los Niños de San Lorenzo fueron tan exitosos que su fama se extendió por toda Italia y por el extranjero, haciendo que personalidades como la Reina Margarita Teresa de Saboya visitasen la escuela y que esta idea se trasladase a otros lugares, como a Milán, donde en 1909 se abrió la primera Casa de los Niños de la ciudad, dirigida por Ana Wacclienni. Ese mismo año Montessori publicaría El método de la pedagogía científica aplicado a la educación infantil, texto que reescribiría en 1948 bajo el título de La Scoperta del bambino (traducido al español como: El método de la pedagogía científica).
Unos años antes del estallido de la Gran Guerra, en 1911, la Reina Margarita, fascinada por la labor de la Dra. Montessori, daría orden de fundar la asociación “Opera Montessori”. Dos años más tarde, en 1913, se fundaría la primera Casa de los Niños en Barcelona.
La creciente fama de Montessori hizo que en 1914 fuese invitada por Alexander Graham Bell y su hija a viajar a Estados Unidos, donde fue recibida en olor de multitudes. Su visita al continente americano propició que el propio Graham Bell y Margaret Wilson, hija del entonces presidente Woodrow Wilson, fundasen la American Montessori Association. Un año después de la visita de Montessori, en la Feria Internacional de San Francisco (California) se hizo una reproducción con paredes de cristal de una Casa de los Niños, con el fin de que los asistentes al evento pudiesen ver cómo funcionaba, e incluso se llevó durante varios días a algunos pequeños que habitualmente residían en una Casa de los Niños de verdad.
Tras su paso por América, la Dra. Montessori se trasladó a Holanda, donde estuvo en contacto con el biólogo Hugo de Vries, quien había realizado investigaciones sobre insectos que sirvieron a Montessori de referencia para desarrollar el concepto de “periodos sensitivos”. En 1916 se trasladaría a Barcelona, ciudad en la que reside hasta 1936.
En 1917, en las conferencias ofrecidas en la ciudad de San Diego (California) en un curso para maestros, Montessori desarrollaría otro de los aspectos fundamentales para su acercamiento pedagógico: la educación para la paz. Tras su nueva visita a Estados Unidos hizo su primer viaje oficial a Londres y participó en congresos internacionales sobre educación en Francia y Dinamarca. Mientras Montessori desarrollaba su método, tanto en Europa, de la mano de Decroly y Causinet, como en Estados Unidos, con el Plan Dalton, se desarrollaban otras metodologías educativas.
A finales de los años veinte, empezaron a abrirse Casas de los Niños en diferentes puntos de Europa. En Ámsterdam el método de Montessori fue aplicado en las escuelas, tanto en las públicas como en las privadas, en las seglares y en las religiosas, por demanda de las familias, e incluso fue adaptado para la escuela secundaria años más tarde a petición de los propios padres.
En los años sucesivos Montessori fue investida doctora ‘honoris causa’ por la Universidad de Durham, Inglaterra, y pronunció numerosas conferencias sobre educación y paz, entre las que destacaron la pronunciada en Ginebra en la sede de la Sociedad de Naciones, y las que dio en su viaje a Argentina en las distintas ciudades del país sudamericano.
Más adelante creó un centro de formación para maestros en Roma, entre los alumnos se encontraban Jean Piaget y María Antonieta Paolini, quien trabajaría con ella más adelante en Barcelona.
La década de los treinta se inicia con una gravísima crisis económica como consecuencia del crack del 29 en Estados Unidos y con una cada vez mayor crispación política en Europa, dónde el fascismo consolida su poder en Italia y el nazismo consigue llegar al poder en Alemania. La radicalización política que vive el viejo continente tiene consecuencias para María Montessori: sus escuelas son cerradas en varios países, entre ellos Italia, ya que Mussolini desaprobaba sus métodos de enseñanza. No obstante, Montessori aún realizaría un último congreso en el país transalpino en 1934.
El estallido de la Guerra Civil Española sorprendió a la Dra. Montessori en España, desde donde huyó en 1936 en un buque de guerra inglés, gracias a la ayuda de unos amigos. Pese a este contratiempo y al cada vez mayor belicismo, Montessori siguió apostando por la educación para la paz, metodología que defendió poco después de su salida de España en una conferencia en la Sorbona. Luego fue invitada a Madras, en la India, donde la sorprendió el estallido de la Segunda Guerra Mundial, motivo por el que permaneció en aquel país durante siete años y que la llevó a conocer a Tagore y a Gandhi, quien escribió, el l9 de Noviembre de l931, en una carta dirigida a Montessori:
“Usted ha remarcado algo verdadero, que si queremos lograr la paz real en el mundo y queremos luchar contra la guerra, debemos empezar con los niños y si ellos pueden crecer con su inocencia natural, no tendremos que padecer más, porque ellos irán hasta los confines de la tierra, yendo del amor al amor y de la paz a la paz, consciente e inconscientemente”.
Algunas de las conferencias que dio durante su estancia en la India quedan recogidas en dos de sus libros: Educación para un mundo nuevo y Cómo educar el potencial humano, donde explica las bases de la Educación Cósmica. Durante su confinamiento en la India Montessori también trabajó con su hijo Mario en la escuela primaria de Kodaikanal, donde concretó con ayuda de éste los aspectos prácticos de las salidas autónomas.
Al terminar la guerra regresó a Londres para dirigir otro curso para maestros. En 1947 el gobierno italiano la invitó a regresar a su país natal, donde fue recibida como una gran celebridad, cincuenta años después de haber empezado su obra. Su visita propició que se restableciera la “Opera Montessori”, tras haber sido cancelada por el fascismo.
Tras estar un tiempo en Europa, María Montessori volvió a la India y también visitó Pakistán, desarrollando en ambos países cursos para maestros. En 1949 asistió al VIII Congreso de San Remo (Italia), y al noveno y último de Londres dos años después. Su larga trayectoria dedicada a la formación de los más pequeños y a la educación para la paz hicieron que se le concediese la condecoración de la Legión de Honor en la Sorbona y que fuese nominada al Nobel de la Paz durante tres años consecutivos: 1949, 1950 y 1951. También recibió la condecoración de oficial de la Orden de la Orange-Nassau de manos de la reina Guillermina de Holanda.
Pese a ser ya una octogenaria, su característica vitalidad la empujó a seguir viajando y dando conferencias en Alemania, Noruega y Suecia. En 1950 estableció en Perugia el Centro de Entrenamiento para Maestros, donde expuso por primera vez el tema de las Fases del Desarrollo. Poco después fue invitada a dar una conferencia en la UNESCO, donde fue presentada como símbolo de las grandes esperanzas de la educación y la paz mundial.
El 6 de mayo de 1952, cuando contaba con 81 años, falleció en Noordwijk, Holanda, donde fue sepultada, tras una vida de trabajo incansable dedicada a los niños que se puede resumir en sus propias palabras pronunciadas en el Noveno Congreso Internacional de Londres, en 1951.
“Yo estoy apuntando, como nunca he dejado de apuntar en los últimos cuarenta años, hacia el niño, hacia alguien fuera de mi misma y de ustedes. En efecto, ustedes estarán diciendo ‘¡Qué hermoso dedo tiene!’, ‘¡qué hermosa sortija lleva en su mano!’. Pero el más alto honor y la más profunda gratitud que podrían brindarme será que transfieran su atención hacia la dirección en que estoy apuntando: el niño”.
Actualidad de la pedagogía Montessori
La tarea educativa de Montessori continuó, en parte, gracias a su hijo Mario Montessori y varios de sus nietos, entre quienes destacan Renilde Montessori (quien dirigió la Asociación Montessori Internacional durante varios años) y Mario Montessori Jr. (quien escribió “La educación para el desarrollo humano, desde la perspectiva de la psicología contemporánea”) y bisnietos como Carolina Montessori, que sigue colaborando activamente para impulsar el movimiento.
Entre los asistentes a los cursos impartidos por Montessori, que fueron de cuatro a cinco mil personas, de 30 o 40 países diferentes, destacaron algunas seguidoras que encarnaron el ideal del/ la guía: “personas con gran civismo que sean un constante ejemplo para los demás… Seres gentiles, de cultura elevada, que dediquen toda su vida a educar”4 (Discurso de apertura de la segunda Casa de los Niños).
Esta extraordinaria científica, feminista, educadora, mística, pacifista, ecologista (aun cuando no se había acuñado el término) y encarnadora de los valores humanistas, fue también una visionaria, que logró descubrir, usando como única herramienta la observación, el potencial del niño/a, sus necesidades y sus características.
A diferencia de otros pedagogos anteriores y posteriores a ella, Montessori logró desarrollar una metodología que hiciera posible la implementación de los principios teóricos que proponía y que ha sido llevada a la práctica exitosamente en todos los continentes y en las situaciones económicas más diversas (además de San Lorenzo, recientemente en campos de refugiados en África, en comunidades indígenas en Latinoamérica, pero también en contextos socioeconómicos privilegiados, en entornos educativos públicos y privados). Este movimiento educativo también ha rebasado los primeros cien años porque responde a la esencia del ser humano y las últimas investigaciones científicas y específicamente aquellas neurocientíficas, están demostrando actualmente la validez universal de sus observaciones.
Frases de Maria Montessori
“El Crecimiento horizontal se demuestra en la propagación de las escuelas y los institutos de entrenamiento que se encuentran por todo el mundo. Los libros de Montessori han sido traducidos a 22 idiomas… Pero es más interesante la ramificación de las aplicaciones de su método más allá de la educación escolar regular. El método se aplica los hogares, en centros para el cuidado infantil, en el trabajo con niños hospitalizados, con los desadaptados, los inválidos y otros niños impedidos de algún modo… En la lucha contra el analfabetismo de adultos. El crecimiento vertical se demuestra en su amplia aplicación desde la crianza de infantes hasta la educación de los hijos en edad universitaria” (Montessori M. h., 1982)
“No me sigan a mí, sigan al niño”, decía Montessori. El mensaje es tan grande, que ha trascendido a la mensajera, porque esta propuesta va mucho más allá de un método: es una forma de vida.”